El apego hacia alguien, se define como una vinculación afectiva intensa, duradera, de carácter singular, que se desarrolla y consolida entre dos personas, por medio de su interacción recíproca, y cuyo objetivo más inmediato es la búsqueda y mantenimiento de proximidad en momentos de amenaza ya que esto proporciona
seguridad, consuelo y
protección.
Desde el punto
de vista emocional, el apego surge cuando se está seguro de que la otra persona
estará ahí incondicionalmente, lo que facilita que aparezcan la empatía, la
comunicación emocional y hasta el amor entre estas personas. Desde el punto de
vista cognitivo, la propia existencia de una relación de apego, conlleva a la
construcción de un modelo mental de dicha relación, una imagen de cómo es el
propio niño, representaciones sobre la figura de apego y una teoría mental
sobre la imagen que la figura de apego tiene sobre el niño.
El vínculo de
apego suele aparecer en torno al año y suele darse entre un niño o niña y sus
progenitores/cuidadores. Existe la posibilidad de que la figura de apego cambie
a lo largo de la vida. Cada relación de apego tiene sus características
específicas, dado que algunos factores como la edad o la interacción tienen
mucha influencia. Estas relaciones son muy amplias, pero las más importantes
son las de asegurar la supervivencia de la cría, darle seguridad, autoestima y
la posibilidad de intimar, es decir, tener una comunicación emocional
privilegiada, así como refugiarse en situaciones de angustia o confusión para
sentirse seguro.
LAS CUATRO FACES DEL APEGO
Primera: se
desarrolla desde el nacimiento hasta las doce semanas de vida; en esta época en
la que el bebé reacciona tanto a los rostros como a las voces humanas pero sin
capacidad de reconocimiento.
Segunda: se
produce entre los dos y los seis meses; las señales del bebé van dirigidas a
hacia una o más figuras ya identificadas, y las respuestas del niño interactúan
con los padres en forma de sonrisa o imitación.
Tercera: entre
los siete y veinticuatro meses, el niño busca la proximidad con los padres.
Podríamos decir que es la fase del apego propiamente dicha.
Cuarta: comienza la última fase del vínculo de apego, en la que el
bebé comienza el proceso de asociación social de las emociones.
En esta fase propiamente dicha de apego, las diferentes
situaciones en su interacción con la madre motivarán diferentes estados de
apego. Éstos serán básicos en la conformación de su propia experiencia
emocional y estará determinadas por el grado de seguridad emocional que el niño
tenga en la madre.
FIGURA PRINCIPAL DE APEGO
MADRE
Si bien
tradicionalmente la figura con la que se establece el vínculo de apego más
fuerte ha sido con la madre, hoy en día asistimos a una acentuación de la
implicación del padre en los cuidados de la primera infancia. Motivos de
horarios laborales, número de hijos, recursos económicos, etc, determinan la
necesidad de una corresponsabilidad por parte ambos progenitores en las labores
de atención al bebé. Aun aceptando esta realidad, no hay que perder de vista
que desde un punto de vista biológico y evolutivo, es la madre la que está en
disposición de efectuar una relación especialmente fuerte con el hijo. La
importancia del buen establecimiento del vínculo de apego, ya en las primeras
etapas, va tener unas consecuencias concretas en el desarrollo evolutivo del
niño. Podemos afirmar con rotundidad que dedicar tiempo al bebé, en una
interacción de cuidado y atención, por parte de las figuras de apego, es la
mejor inversión para garantizar la estabilidad emocional del niño en su
desarrollo
El vínculo de apego no debe entenderse como una relación demasiado
proteccionista por parte de la madre hacia el bebé, sino como la construcción
de una relación afectiva en la que la atención y los cuidados de la madre en
las primeras etapas (el niño se siente atendido en sus necesidades), va a
propiciar la paulatina adquisición, desde una plataforma emocional adecuada, de
los diferentes aprendizajes y, por tanto, de los primeras conductas autónomas.
Si bien el niño quizás tardará unos meses en desarrollar el apego hacia la figura principal, el vínculo emocional de la madre hacia el bebé se desarrolla rápidamente teniendo lugar en los momentos posteriores al parto.
Si bien el niño quizás tardará unos meses en desarrollar el apego hacia la figura principal, el vínculo emocional de la madre hacia el bebé se desarrolla rápidamente teniendo lugar en los momentos posteriores al parto.
El apego puede formarse con una o varias
personas, pero siempre con un grupo reducido. La existencia de varias figuras
de apego es, en general, la mejor profilaxis de un adecuado desarrollo afectivo
dado que el ambiente de adaptación del niño es el clan familiar y no
exclusivamente la relación dual madre-hijo.
DESARROLLO EMOCIONAL EN LA PRIMERA INFANCIA:
Pensar
al desarrollo infantil temprano desde una perspectiva integral supone
comprender que la supervivencia, el crecimiento y el desarrollo de los niños
son aspectos interdependientes. Las familias y los adultos responsables
-incluyendo también a funcionarios y actores comunitarios - que se relacionan
con el niño y la niña asumen un rol determinante en su crianza proveyéndoles
cuidado, afecto, estímulo, valores y la protección necesaria.
Sostenemos
que las oportunidades de desarrollo de los niños de nuestro país aumentan
exponencialmente cuando son acompañadas y favorecidas por políticas públicas de
carácter multidisciplinario e intersectorial que favorezcan el acceso de las
familias a recursos, conocimientos y servicios de atención de calidad.
El
desarrollo infantil integral suele definirse a través de los cambios que los
niños atraviesan en términos físicos, cognitivos, emocionales y sociales que
los habilitan a una vida autónoma y plena. Muchas de estas dimensiones son por
todos reconocidas y solemos encontrar abundante literatura sobre la mayoría de
éstas (salud en primera infancia, desarrollo cognitivo, físico, entre otros).
EL DESARROLLO EMOCIONAL EN LA PRIMERA INFANCIA: DE 0 A 7 AÑOS
Los
bebés nacen con un limitado registro de emociones, que van haciéndose más
complejas a medida que crece y madura. Los recién nacidos son capaces de
mostrar tres expresiones emocionales: sorpresa, placer y malestar. Sin embargo,
alrededor de los dos meses, muestran la primera conducta verdaderamente social
a las caras de las personas que los cuidan: sonríen. A los cuatro meses, han
añadido una cuarta emoción a su repertorio: el miedo.
El
repertorio emocional del bebé se amplía de nuevo entre los seis y nueve meses,
cuando aparecen la timidez, el miedo a los desconocidos y el miedo a ser
separados de las personas que se ocupan de él. Antes de este momento, los bebes
están, por lo general, cómodos con cualquier adulto que se ocupe de ellos, pero
después ese momento es muy probable que tengan miedo de estar con quien no sea
su madre, su padre o cualquier otra persona que se haya ocupado de él.
La
aparición de la sonrisa social a los dos meses de edad supone una recompensa
agradable para los padres que cambian los pañales o se levantan por la noche,
aunque la expresión del malestar y el miedo entre los cuatro y los nueve meses
no suele agradar a los padres. Sin embargo, ambos son signos de un desarrollo
normal y saludable de las emociones del bebé.
TEMPERAMENTO
El temperamento consiste en las
diferencias individuales en emoción, activación motriz y reacción de atención a
estímulos. El temperamento da forma a los resultados de los niños, e influye en
la manera en la que interactúan con su entorno y en cómo los adultos y los
niños reaccionan a este.
¿POR QUÉ ES IMPORTANTE?
El temperamento se refiere a las
características individuales que se asume tienen una base genética o biológica
y que determinan las respuestas afectivas, atencionales y motoras del individuo
en varias situaciones. Por ejemplo, el temperamento puede afectar el humor y
las emociones de los niños, cómo ellos enfrentan y reaccionan a las
situaciones, su nivel de miedo, frustración, tristeza y molestia, etc. Estas
respuestas también juegan un rol en las interacciones sociales y el
funcionamiento social subsecuentes. Una predisposición temperamental se refiere
a un perfil distintivo de sentimientos y comportamientos que se originan en la
biología del niño y que aparecen temprano en el desarrollo.
¿CÓMO PUEDEN LOS ESTILOS DE CRIANZA AFECTAR AL TEMPERAMENTO
DE UN NIÑO?
Cada niño nace
con una personalidad y un temperamento únicos. Su temperamento afecta a su
conducta y a su reacción a situaciones. Sin embargo, si se enfoca
correctamente, los padres pueden mitigar algunos de los aspectos más difíciles
de los temperamentos de sus hijos.
- Si los niños son ansiosos, están
asustados o son retraídos en situaciones nuevas, los padres pueden
intentar no sobreprotegerles y animarles amablemente a explorar nuevas
situaciones.
- Si los niños son demasiado
intrépidos y corren demasiados riesgos, los padres pueden mostrarse
cálidos y cariñosos y establecer reglas firmes y horarios regulares.
- Si los niños son impulsivos, los
padres pueden alabar sus buenas conductas (como, por ejemplo, cuando los
niños controlan sus impulsos) e imponer una cariñosa disciplina.
En general, los
niños tienden a tener mejor temperamento cuando los padres les dan apoyo y
atención, establecen límites, usan disciplina positiva, y responden
regularmente a sus necesidades.
RELACIONES ENTRE IGUALES
Los
niños y niñas, desde una edad muy temprana, establecen relaciones entre
iguales, formando así un contexto de desarrollo para la adquisición de
habilidades, actitudes y experiencias que influirán en su adaptación futura.
Los niños establecen relaciones con la familia, escuela, amigos, conocidos, que
influyen directamente en su adaptación social, emocional y cognitiva. Los niños
que poseen buenas habilidades sociales (conductas aprendidas que se manifiestan
en situaciones interpersonales y que están orientadas a la obtención de
reforzamiento), suelen hacer amigos en su entorno más cercano como por ejemplo
la escuela o lugares donde ellos se muevan (actividades extraescolares, llegar
por primer día a un lugar desconocido, hacer una excursión). Sin embargo hay
otros que no las poseen y son generalmente los que tienen peligro de ser
rechazos o ignorados por sus compañeros o entorno, por lo que es importante
enseñar a los niños/as a establecer buenas relaciones para ayudarlos así a
integrarse al grupo de iguales.
Ya
desde primaria, los niños y niñas comienzan a pasar más tiempo con sus
compañeros y amigos. En la adolescencia es donde se nota más influencia de
éstos, llegando a ocupar las dos terceras partes del tiempo del adolescente en
estar con sus amigos y amigas.
Los
psicólogos e investigadores, afirman que una relación buena con los compañeros
es primordial para un desarrollo psicológico normal, hasta tal punto que, los
niños y niñas que no tienen buenas relaciones con sus compañeros son los que
suelen tener más problemas académicos y conductas antisociales. Estos niños a
menudo tienen, por otro lado, malas relaciones con sus familiares.
Por
otro lado, el niño aprende a tomar decisiones y a resolver conflictos sin la
intervención de los adultos. El grupo le ofrece la oportunidad de probar
diferentes actividades, desarrollar sentimientos, competencia, ver dónde están
sus límites, eficacia...
Cosas
que no podría desarrollar con adultos.
A
continuación, vamos a analizar las diferencias existentes entre las relaciones
del niño o niña con el grupo de iguales y con los adultos.
Diferencias
más significativas entre el grupo de iguales y la familia:
GRUPOS DE IGUALES / FAMILIA:
1.
Han de ganarse ser aceptados / Aceptación incondicional.
2.
Oportunidad de interaccionar de igual a igual / Relaciones asimétricas.
3.
Posibilidad de compararse / Imposibilidad de comparación.
4.
Adquisición de numerosas estrategias y habilidades de interacción social que
son más difíciles conseguirlas en un contexto adulto.
Las experiencias emocionales a lo largo de nuestra vida son
parte evidente de la conformación de nuestra personalidad; vamos configurando y
desarrollando modos y formas de relacionarnos con los demás, lo que dependerá
principalmente del mundo social, familiar y emocional en el cual nos vemos a
desenvolver. Sin embargo, todo apunta a que nuestro comportamiento emocional va
a depender en gran medida a como se haya desarrollado el vínculo afectivo con
nuestra madre en los primeros 24 meses.
Por ello, los padres
deben tener sumo cuidado en sus primeras relaciones con el bebé y han de
entender la importancia que tiene para el futuro del niño dicha relación,
además de la necesidad de conseguir un vínculo de apego seguro y estable con su
hijo en los dos primeros años de vida.
LINKOGRAFIA
http://www.desarrolloinfantil.net/desarrollo-psicologico/como-se-crea-vinculo-apego-nino-madre
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